Como ya debes saber por
las discontinuas y raras pistas que voy dando, acabo de publicar un poemario
ilustrado. Ediciones
Algorfa se ha encargado de hacerlo posible, tras tantos meses de
dedicación y, pese a la de veces que lo he visualizado, todavía me resulta
extraño tenerlo en mis manos, hojearlo, repasar mis credos.
Ha llegado el momento
de contar cómo surgió la idea:
El ciclo de la perdición es un juego continuo, como la vida. Cada
persona va perdiendo dones, bienes, jugadas, personas afines... Da igual que
haya o no una apuesta por medio; se pierde de manera inesperada, desmerecida y
no premeditada.
Así se pierde la
juventud, se pierden oportunidades, se pierden el sentido, las ganas, el
idealismo, el pavo. Y una pudiera pensar que esto es un declive continuo,
relacionado con el paso del tiempo, pero no. Por cada pérdida, hay más de una ganancia. Lo que pasa es que
tendemos al coleccionismo y cada pérdida se hace más notoria y dolorosa.
Yo perdí el oído y gané
la terquedad de esforzarme. Perdí la virtud para dibujar al hacerme adulta y
gané tiempo para dedicarle a la escritura. Perdí la motivación para cantar y
gané en precisión para centrar mis objetivos. Perdí mi trabajo y gané la irrepetible oportunidad de criar a mi hijo. Perdí el respeto al otoño y me gané un soberano
resfriado (y, con él, la oportunidad de ralentizar mi ritmo). Perdí peso, gané
agilidad. Perdí credulidad, gané en intuición. Y cuando perdí la paciencia, recuperé el control. La vida es un juego,
insisto. Posiblemente injusto, aunque emocionante.
Al final, lo que pasa
es que una se vuelve observadora y aprende a desentrañar el mecanismo que la rige. La gracia no está en asumir
las pérdidas y cuantificar las ganancias, sino en mantener el equilibrio sobre
la balanza. Cada vez que una situación inesperada te aborda, te reta a que la
afrontes o la sobrelleves. Es un mecanismo circular.
Cada tira y afloja,
desgasta. Cada caída de bruces es un reinicio. Cada prueba superada es una
cicatriz en el alma. Cada cosa que das por supuesta es una hostia al sentido
común. Cada vez que te conformas con lo
que tienes, echas una cerradura mental y, a la vez, tu capacidad de
adaptación habla bien de ti.
Debería explicar,
también, cómo llegué hasta aquí...
No sé cómo pero, de
repente, sentí que regresaba mi
habilidad de representar de manera gráfica mis inquietudes. Si bien en una
faceta más simbólica, desconocida para mí, acostumbrada como estaba a dibujar
caras, cuerpos y entornos, desde pequeña.
Por otra parte, dentro
de mi variada producción en la que predominan el relato y la novela en todos
sus formatos, la poesía es un formato clave, una constante que está ahí, que brota cuando me excedo con mis
personajes y que me obliga a plasmar mi interior. Una necesidad, al fin y al
cabo, como cualquier otra necesidad física o emocional.
Y en pleno proceso de
acometer un poema cada vez que me subía la fiebre, empecé a crear piezas y
almacenarlas. A revisarlas y modificarlas de vez en cuando. A discriminar
algunas de ellas y a incluir otras que iban apareciendo nuevas. Hasta que, tras
el consabido tiempo de reposo, descubrí el
nexo entre todos los textos. Como un acertijo, acentuado por mi desordenada
manera de escribir, me planteé dónde empezaba la historia, qué contaba y cómo
terminaba. Y ahí descubrí ese mecanismo circular por partida doble, pues,
mientras seleccionaba y trabajaba mis poemas, dibujaba y agrupaba los textos
con las ilustraciones.
Descubrí en qué sentido
giraba el círculo en cada malestar, en cada duelo y en cada desengaño; en cada
escalón subido y bajado y en cada evolución; en cada avance y en cada
retroceso. En cada renuncia. Así experimenté el consuelo del equilibrio. Porque
perder no es quedarse vacío. Perder es
ganar altura.
Para llegar hasta aquí
he tenido que perder gran parte de la angustia que me ha invadido por dentro
durante años. Lo he vomitado, lo he simbolizado, lo he canalizado, lo he
trabajado hasta transformarlo en algo útil. A cambio, he
ganado en bienestar y en experiencia. Cada día estoy más cerca de donde quiero
estar.
Te espero el viernes en Santa Fe. Estaré hablando con la escritora y periodista Chus Sánchez sobre la importancia de tener referentes femeninos y de visibilizar a las mujeres que han escrito un trozo del pasado para que nosotras podamos disfrutarlo y mejorarlo.
¡Esto es todo! En diez días te contaré nuestra conversación.
Gracias por pasarte a leer.
6 comentarios:
Me ha gustado mucho. Es una clase de psicología para aprender a vivir. Me siento identificada.
¡Gracias, Sandra! Me alegro de que te veas en mi reflejo. Soy de la opinión de que todas tenemos los mismos problemas.
Gracias que bonito , la vida tal cual leerte siempre en un placer y un cultivo de aprendizaje para muchos a sobrellevar las vidas con una actitud asertiva 👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼💕💕
¡Gracias a ti! Siempre es agradable resultar útil a los demás.
¿Cuándo veremos el primer volúmen de la antología poética completa de E. Cipré?
Pues, por lógica temporal, ya falta menos. :)
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