miércoles, 27 de febrero de 2019

Libros leídos durante febrero


Querida comunidad lectora:

Os traigo el listado de libros que han desfilado estos días por mis manos, o cuya lectura he podido finalizar este mes. Hay de todo, como en botica, por si alguno de ustedes gusta de inspirarse.

1.- La mecánica del corazón, de Mathias Malzieu. Traducido por Vicente Tuset Mayoral.

     Me lo prestó y recomendó una buena amiga y, en cuanto anuncié que empezaba a leerlo, más gente me recomendó de paso la película (que aún no he visto). El libro tiene su punto como fábula: Un chico al que le desaconsejan los sobresaltos, debido a que su corazón es un reloj de cuco, se enamora de una bailaora que no ve ni torta y no se entera de que ese adorno que lleva el chico en el pecho no se lo puede quitar. No obstante, tiene demasiados anacronismos que pretenden ser graciosas y le restan calidad.






2.- Salvemos La Jarapa, de Weldon Penderton.

     Suelo estar al tanto de las lecturas alternativas que propone el Club de lectura feminista y LGTBI Lees Otras Cosas. Esta me llamó la atención, de modo que reservé el libro en Bakakai-librería centrifugadora de avisos y me pasé por la presentación, que tenía lugar allí mismo. Me gustó mucho lo que contó el autor -un tipo la mar de gracioso, por cierto-, cómo habló de su pequeño cuento de Navidad basado en hechos reales y el pequeño debate que se organizó gracias a que algunas de las protagonistas emblemáticas de la historia estaban presentes. ¡Y la portada desplegable es un puntazo!






3.- La visita del Selkie, de Libertad Delgado.

     En octubre se celebró en Armilla la EurosteamCon Andalucía, y cuando vi que Liber andaría por allí, quise acercarme. Me daba en la nariz que este libro podría gustarle a mi hijo, de modo que le pedí que se lo dedicara. Y me volví a casa muy contenta, tras presenciar la presentación, con mi libro firmado y dedicado; segura de que sería una lectura conjunta legendaria. Cuando digo lectura conjunta, me refiero a que nos metemos en la cama y dedicamos una hora cada noche a leer el libro en voz alta, interpretando a los personajes -que para eso somos actores- y comentando las escenas que más nos llaman la atención.
No me he equivocado. Liber es una artista versátil que ha escrito su historia, la ha maquetado, ilustrado y autopublicado. Se nota en cada detalle la dedicación que ha puesto. Aunque a la altura del tercer capítulo mi hijo se agobió por una serie de desgracias consecutivas, al final la historia le ha encantado y ha dicho que algún día la releerá él solo.






4.- Iridiscencia. Una antología de fantasía, ciencia ficción y terror, ilustrado por Arnau Vendrell y Anira Marín.

     Esto empecé a leerlo en verano, creo. No obstante, debido a mi lentitud a la hora de leer al pc -es algo que ya he explicado otras veces y nunca lo justifico lo suficiente-, he podido terminarlo ahora. En su momento me pareció una buena iniciativa de La maldición del Escritor, cuyos artífices también aportan piezas propias, para visibilizar a la comunidad LGBT en la literatura fantástica. He descubierto a muches de les autores jóvenes que empiezan a despuntar tanto por sus buenas ideas como por su repercusión en las redes sociales.

Iridiscencia



5.- Galerna, de Rafael Díaz Gaztelu.

     Conocí a Rafa personalmente porque fui la afortunada que recibió Exotiempo como ganadora de un sorteo por twitter, allá por noviembre. Hemos coincidido en un par de ocasiones y siento que tengo que acercarme a su obra despacio, con tiento. Tengo sus dos novelas a la espera del momento adecuado y, en vista de su extenso catálogo de autoediciones por Lektu, decidí empezar por lo más breve. En esta antología, Rafa se presenta como un retratista de instantes intensos, con una colección de relatos para leer y releer, en los que descubrir nuevos detalles a cada batida.

Galerna



6.- De Seúl al cielo, de Silvia Aliaga y Tatiana Marco. Ilustrado por Inma Moya.

     Esta ha sido mi jugada maestra del mes. Mi ahijada, que es una fan incondicional del K-Pop, cumple 15 años y al descubrir este libro, tuve claro cual sería mi regalo para ella. Así que me ha dado tiempo a leerlo antes de enviárselo. Aun siendo ajena a esta movida coreana, yo fui mozuela en plena efervescencia de la cultura japonesa, de modo que no he tenido problema para rememorar ciertas sensaciones. El libro está bien escrito y bien resuelto, poniendo de manifiesto el tiempo que las autoras han invertido en él y dejando claro que saben de lo que hablan. Por si fuera poco, las ilustraciones son preciosas.






7.- Lienzos, de Christian T. Arjona. Ilustrado por Gabriel Vilanova Perelló.

     Compré este poemario hace más de medio año, cuando el ilustrador vino a Santa Fe a presentarlo en compañía de Fabio Rondón. Lo leí y disfruté en su momento, pero he sentido la necesidad de retomarlo. De rescatarlo y admirarlo de nuevo, degustarlo, como homenaje póstumo al ilustrador, que ha fallecido en este mes. Es una de estas obras publicadas por una editorial independiente que te cautivan en cuanto pones los ojos sobre ella. Profunda, cromática, voluptuosa, sensorial.






8.- Picio (un perrofaluta en el 15-M), de Ángel Artharis.

     Conocí a Ángel hace 3 años en un micrófono abierto que se celebraba en La Qarmita. Quedamos encandilados de manera recíproca. Él me leyó en su momento y yo me quedé con las ganas de leerle a él. Una va acumulando recuerdos y apilando lecturas hasta que a cada cual le llega el momento. Me he adentrado en esta obra tan personal con el pudor de estar observando escenas íntimas, pues cada relato es un retrato de la sociedad. Ángel es un autor de una sensibilidad extrema. Comprometido -como educador social que es-, observador y generoso, que deja constancia de una galería de injusticias y otra de supervivientes.





Y esto es todo; gracias por leer. En quince días, tendréis noticias frescas.

jueves, 14 de febrero de 2019

Las Cartas de Propp



Últimamente saco este tema a colación con bastante frecuencia por diversos motivos. Uno de ellos es que a veces me aburro viendo películas. Muchos elementos me resultan predecibles. Hala, ya lo he dicho.

Otro es el hecho de que los niños se enganchen o dejen de hacerlo a la lectura. Es cierto que hay que presentarles las ideas de manera atractiva, pero también lo es que hay que mantener un equilibrio entre lo que pueden esperar y lo que les puede sorprender.

A menudo mi hijo se agobia cuando, en un punto determinado de la lectura, sucede algo que le rompe los esquemas. Al margen de que los giros de un argumento se ejecuten con mayor o menor maestría, lo cierto es que cualquier obra sigue unos patrones elementales.

Me refiero a algo que en su momento descubrió el ruso Vladimir Propp. Se entretuvo en analizar cientos de cuentos clásicos y determinó un listado de elementos en común que él denominó funciones. Propuso, entonces, la teoría de que el núcleo más antiguo de los cuentos mágicos deriva de los rituales de iniciación que se estilaban en las sociedades primitivas, puesto que la estructura del cuento fue reemplazando la del rito conforme este decaía.

Esas funciones, un total de 31 que pueden simplificarse, siguen un orden concreto pese a que no tengan por qué empezar siempre por la primera, pero no dejan de configurar una estructura reconocible susceptible de ser descompuesta y analizada.

1.-   Ale­jamiento.                                        2.-   Pro­hibi­ción u orden positiva.           
3.-   Trans­gre­sión.                                       4.-   Interrogatorio. 
5.-   Infor­ma­ción.                                        6.-   Engaño. 
7.-   Com­pli­ci­dad.                                       8.-   
Fechoría o carencia
9.-   Mediación.                                          10.-  Aceptación.
11.- Par­tida.                                                12.-  Prueba.
13.- Reac­ción del héroe.                            14.-  Regalo.
15.- Viaje.                                                  16.-  Lucha.
17.- Marca.                                                 18.- Vic­to­ria. 

19.- Enmienda.                                           20.- Regreso. 
21.- Per­se­cu­ción.                                        22.- Socorro. 
23.- Regreso o llegada de incóg­nito.          24.- Fin­gimiento. 
25.- Tarea difí­cil.                                        26.- Cumplim­iento. 
27.- Reconocimiento.                                 28.- Desen­mas­caramiento. 
29.- Trans­fig­u­ración.                                  30.- Castigo.
31.- Boda o recompensa.


Cuando estudié Educación Infantil, a poco que indagué, descubrí que este asunto tenía mucha miga. Gianni Rodari lo analizó y lo explicó desde un punto de vista lúdico y pedagógico en su libro "Gramática de la Fantasía. Introducción al arte de inventar historias". Y partió de ilustrar las funciones a modo de cartas para jugar a construir historias con la chiquillería.

Yo no podía ser menos. Fascinada por aquel juego para grandes y chicos, elaboré mis propias tarjetas, para jugar con los niños. Son estas:








Llevo casi 20 años con ellas, recurriendo a sus conceptos, los cuales simplifiqué al máximo para evitar asociaciones de ideas. No obstante, hay mucho artista por los blogs que se ha currado las suyas propias. Es cuestión de que, si queréis utilizarlas, rebusquéis entre los que ofrecen la opción de descargarlas e imprimirlas.

¡Que disfrutéis!