Conocí a Patricia Moreno Raya a finales de verano. Me
ficharon como educadora de tarde en un coworking al que los papás y mamás
podían ir acompañados de sus bebés y resultó que una de las mamás que había
solicitado el espacio de trabajo lo necesitaba para escribir.
¡En cuanto descubrí que era escritora, me volví loca! Otro aliciente más
para ir a trabajar. A ella también le hizo gracia, como era de esperar y, cada
tarde, al recoger a su pequeño, cruzábamos algunos comentarios sobre las lecturas que teníamos entre manos, las novedades editoriales y nuestros propios
proyectos.
Nos intercambiamos nuestros libros. Ella me pasó su primera novela
editada, La tercera planta, y del tirón le propuse que viniese a
presentarla al Club de las Letras de Santa Fe, del que formo parte.
Acordamos fecha con las compañeras de lectura y, conforme me acabé el libro,
preparé una entrevista.
Editorial Artificios. Colección Allegra Noir.
www.artificios.net
Hablamos de los clichés de la novela negra -de cómo ella se los suele
saltar- y de cómo consigue aunar algunos componentes para que la novela sea
considerada romanticnoir; de su profesión como farmacéutica en un
hospital, que queda retratada y aporta unos valiosos conocimientos que son un
punto a favor; y de su voluntad de ambientar gran parte de la trama en Granada,
su ciudad. También mencionamos su faceta como poetisa, con la que obtuvo
el Premio de Poesía de las Justas Literarias de San Ginés de la Jara en
2018. Mis compañeras quedaron absolutamente fascinadas con ella.
Presentación de La tercera planta.
16 de noviembre de 2018, Santa Fe.
16 de noviembre de 2018, Santa Fe.
Durante los meses que estuvo en el coworking, le dio tiempo a negociar la
edición de su segunda novela, Kilómetro 93, que lleva unas semanas
a la venta. Yo ya estaba al tanto del lanzamiento gracias a las redes sociales, pero me
llevé una sorpresa monumental cuando Patricia manifestó su deseo de repetir la
experiencia de sentirse acompañada por mí. En esta ocasión, se refiere nada más y nada menos que a la presentación oficial de su libro en
Granada.
Así que, como puedes imaginar, te traigo una reseña:
¿Cuántas veces has viajado en coche compartido? ¿Se te ha ocurrido pensar en la gran variedad de desconocidos que comparten vehículo para viajar de un lado para otro?᷾
Cinco pasajeros. Un asesino. Una víctima. Un accidente que conllevará la pérdida de memoria de los sospechosos complicando una investigación que girará en torno a estos personajes que verán sus vidas amenazadas por el recuerdo.
Kilómetro 93.
Editorial Tandaia.
www.tandaia.com
Me reafirmo en todo lo que pensé de Patricia al leer La
tercera planta.
Su estilo personal y desenfadado se sigue perfilando; es fácil
identificarlo. Vuelve a ambientar gran parte de los hechos en Granada y
alrededores y nos demuestra que conoce su tierra como la palma de su mano. Hace
un retrato social muy fino, en pocos comentarios, sobre las pocas oportunidades
laborales de la ciudad, la mala follá característica y lo
asfixiante que resulta "este pueblucho" para alguien acostumbrado a
moverse en ciudades más grandes.
Nos presenta un panorama cotidiano hoy en día como base para la
historia: Un coche compartido para un trayecto Granada-Madrid. Y
la historia arranca con un flashforward que anuncia que el coche no llega a destino
porque el conductor se estrella. Ahí es cuando el lector se da cuenta de que va
a necesitar toda la frescura que la autora sea capaz de aportar, porque el
ambiente se hace cada vez más asfixiante.
Me explico: Cinco pasajeros en un coche, en agosto a media tarde. Eso
no puede acabar bien de ninguna de las maneras. El copiloto es el
único que parece tener ganas de dar palique, pero la mitad de lo que dice son
inconveniencias. Tanto es así que el conductor pierde el control del volante
por hablar con él. Una podría pensar que ya hay sospechoso de asesinato. Pero
en realidad es ahora cuando ese seco día de agosto se te mete en la garganta y no
te deja respirar.
El agobio crece cuando tres de los pasajeros han de permanecer en el
hospital, sin más entretenimiento que mirar a través de los ventanales -esos
que no se pueden abrir- y soportar a familiares preocupados en exceso porque la
amnesia les impide reconocerles. A la reclusión de los amnésicos se suma la
prohibición de salir de Granada que el inspector de policía impone a los
madrileños, con el consiguiente agravante del estado de ánimo. "Va,
se puede mejorar; hagámoslo", debió decirse Patricia.
Y eligió como causante de la muerte y de la amnesia un escape de monóxido
de carbono. "Pero no es suficiente, a esto le falta humor". Y
aquí es donde la autora se luce. Porque no hay palabras en sevillano suficientes
para definir el tipo de humor de cada uno de los personajes. El conductor era
un vinagre; su novia es una malaje; el padre de ella algo así como
el Dr. House; la madre de la jovenzuela una pejiguera controladora; y el
inspector un absoluto incordio. Ante semejante estampa, doy fe de que el
sentido del humor es uno de los puntos fuertes de Patricia, puesto que no se trata de algo evidente, sino de una elaborada crítica social.
Pero vamos al meollo...
La amnesia es un elemento bien manejado. Quienes la sufren pasan por varios
estados de lucidez. Uno despierta del coma con sensación de paz y afirmando que
piensa disfrutar de esas vacaciones que le da su cabeza. Luego de plantear ese
punto de vista a sus compañeros, la intuición y algunas cosas que encuentra por su casa le llevan a creer que no le gustaría regresar a su vida anterior. Y que la de ahora es la buena. De modo que enreda a otra de las amnésicas; la que tiene el don de
dejarse enredar con facilidad. Y la jovenzuela -que se lleva tan mal con su
madre porque tiene a quien salirle- aprovecha que su abuela la cuida en la
casa familiar y que no la dejan relacionarse con nadie para hurgar en su
interior y llegar a una tremenda conclusión.
Ahí nos damos cuenta de la complejidad femenina.
Los personajes masculinos salen perdiendo. Y este es un punto importante de
madurez en el proceso de escritura, puesto que en su primera obra no era así.
En esta ocasión son ellas las que aprovechan las horas muertas para urdir -con
mayor o menor acierto-; las que dan palos de ciego hasta que alcanzan algo
blando; las que hurgan en su interior, pese al aparente desconocimiento. Las
que apuestan por sí mismas, en definitiva, como ejecutoras de su propio
destino, pues son sus actos en exclusiva los que determinan si se cubren de
gloria o de ruina.
Y a partir de aquí, prefiero escatimar en detalles, como hace
Patricia con sus historias. Sus libros son ágiles, cuentan lo que tienen que
contar y no se entretienen en divagaciones. A mí me gustaría analizar más a fondo
la novela, pero seguro que acabo diciendo algo que no debo y paso a ser también
sospechosa de asesinato.
¡Pero recuerda! Si estás por Granada el próximo día 20, te esperamos.
Para saber más de la autora, síguela en su blog:
http://patriciamorenoraya.blogspot.com/
¡Gracias por pasarte a leer!
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