viernes, 21 de junio de 2019

Libros leídos en junio


Ante todo, pido disculpas. La quincena pasada debí pasarme por aquí, aunque fuese a saludar pero, por asuntos de última hora, no tuve ocasión. Lo cierto es que tengo muchas novedades en el aire, a punto de que lluevan. Sin embargo, todavía no ha cuajado ninguna. Habrá que esperar un poco más...

Es por eso que, en esta ocasión, he decidido alterar un poco la dinámica de los posts. Empieza la época estival, en la que tengo que atender mis compromisos familiares y comunales, de modo que, por este mes, las lecturas se me quedan colgadas, antes de que finalice:


1.- Post Scriptum.01. Barro, de Alicia Pérez Gil.

Este ha sido un libro de mi elección. Al tratarse de la segunda edición, viene con nota de Israel Alonso, el editor de Cerbero, y con prólogo de Nieves Delgado. Ambos textos ayudan a conocer un poco más el trasfondo de la obra, que es de lo que se trata.


No hay descripción de la foto disponible.


Se trata del primer tomo, en clave de fantasía, de una trilogía conceptual. Dos hermanas gemelas, supuestamente separadas debido a que una de ellas es una adolescente problemática, buscan la manera de burlar la seguridad y la manipulación emocional impuestas por su propia madre. Donde los márgenes de la realidad imponen un rigor inquebrantable, es el plano onírico el que ofrece las claves del entendimiento y el acercamiento.

Cuanto más leo sobre Alicia, más entiendo que las madres estén presentes en sus obras. Como extra, al final se incluye un breve relato que guarda relación con el texto principal. Una pequeña joya, en su conjunto.


2.- Exotiempo, de Rafael Díaz Gaztelu.

Gané este libro en un sorteo por Twitter y Rafa me propuso entregármelo en persona, puesto que los dos vivimos en provincia de Granada. Ese fue el germen de nuestra amistad, así como su preciosista dedicatoria fue el de mi admiración por este autor cordobés. A poco que avancé en la lectura, por cierto, entendí por qué me dio tantos marcapáginas. Y es que se necesita uno para consultar los mapas estelares, los planetarios y los diagramas; otro para los árboles genealógicos y la ordenación gubernamental del Plutarco; y el resto me los reservo, para no reventar sorpresas. Pero puedo asegurar que los Apéndices no tienen desperdicio.

La historia se ambienta en el año 2682. Por ese entonces, la humanidad anda esparcida por unos cuantos exomundos, unos más gratos que otros, en un proceso de reubicación que ha contado con dos fases. Para entender la trama no es necesario haber leído el primer tomo. Pero sí muy recomendable. Si no has tenido ocasión, échale un vistazo a lo que comenté sobre ese libro el mes pasado:



En el último tercio de Exomundos, ya se veía venir con claridad el significado del título del segundo tomo. Del mismo modo, a mitad de Exotiempo ya se huele una por dónde pueden ir los tiros en el tercero. ¿Quiere eso decir que el autor es predecible, acaso? Rotundamente, no. Quiere decir que te muestra la galletita del concepto, tanto si ya has comido como si no; la agita ante ti y te hace pensar en ella, generándote interés hasta que te convences de que te apetece conocer más de esta saga. Pero, al final, te sorprende y te la cuela por donde menos te la esperas.


La imagen puede contener: 2 personas


Yo, que vivo preocupadísima con respecto al futuro de nuestro planeta, he hallado la calma en la tecnología Nsir. La parte de SAGAN que es Erika se maravilla con el potencial oculto y en bruto de la mente humana y está convencida de que las soluciones son sencillas y están a nuestro alcance. Por el contrario, la parte de Erika que es SAGAN, repite hasta la saciedad que los humanos tropezamos con la misma piedra todas las veces que hagan falta y cuanto más nos expandamos, más salvajadas haremos.


3.- Inframundo, de David Luna Lorenzo.

Se trata del relato ganador del XVII Premio de Relato 2014 convocado por la librería Entre Libros de Linares. Incluye también los relatos finalistas «Perderse», de Juncal Baeza Monedero y «Voluntad», de Ignacio Lezcano Monge. Son tres historias con la elección del camino vital como nexo en común. Este ejemplar fue regalado a todos los asistentes al III Festival Tártarus. En este enlace, puedes conocer un poco más sobre el evento:


«Inframundo» es un viaje introspectivo de tinte alegórico en el que el protagonista se infiltra en un supuesto antro de perversión con un propósito que no le concierne, en realidad, como descubrirá al final. Una buena reflexión sobre las ataduras del ego.


La imagen puede contener: 1 persona


«Perderse» es un retrato irreal de la vida real en el que cualquiera podría reconocer un fragmento de su entorno, con unos personajes miedosos, maniáticos, frágiles y, a la vez, blindados al sufrimiento de los demás. Pura poesía.

Y «Voluntad» es la típica fábula de fantasía épica, con todos los tópicos del género: Soldados que escapan para ser libres, pero no conciben la libertad si no está basada en todo lo que se supone que puedan hacer sin tener que rendirle cuentas a ningún superior. Al final se le da la vuelta a la tortilla y se hace una crítica a esa manera de proceder, que pone a los susodichos contra la espada y la pared.


4.- La mujer del mediodía, de Julia Franck.

Este es el octavo y último libro de esta temporada en el Club de las Letras de Santa Fe. Nos despedimos hasta el curso que viene.

Voy a confesar algo. Cada vez estoy más segura de que, en otra vida, yo fui enfermera en la Segunda Guerra Mundial. Cuanto más leo sobre estos menesteres, más cuenta me doy de lo mucho que me resuenan ciertas situaciones. Y aborrezco esa época, aborrezco la literatura, el cine y cualquier manifestación cultural relacionada con ella. Porque sé que la viví de cerca.

La autora presenta un cuadro familiar deprimente: Una madre judía, estrafalaria y tocada por un incurable mal anímico; repudiada por los vecinos, como ella repudia a su hija pequeña, por ser una hija que nació tras cuatro varones perdidos. Un padre al que todo el mundo adora, por buenazo, como él adora a su peculiar esposa, que vuelve moribundo de la Primera Guerra Mundial y fallece en casa, atendido hasta el último momento por su hija mayor, que es enfermera, bajo la atenta mirada de la pequeña e ignorado por su mujer, que no le perdona que eligiese ir a la guerra en lugar de quedarse con ella.


No hay descripción de la foto disponible.


No es de extrañar la crisis existencial que se adueña de las hermanas tras la pérdida del padre. Logran cobrar una herencia inesperada, dejan a su madre al cuidado de la criada y se van a Berlín, acogidas por la espléndida tía Fanny. Allí todo es lujo y desenfreno para Martha, la mayor, que se cuestiona la fe y el sentido de la vida y combate la apatía a base de drogas, fiestas y sexo con su amiga Leontine. Helene, por ser aún muy joven, es tratada de otro modo. Hasta que se empareja con un joven pensador.

Un giro tras otro nos lleva, de manera continua, a conocer a fondo a unas mujeres supervivientes, que quieren estudiar, ser independientes, aprovechar su tiempo y sus habilidades; que cuestionan el valor de la maternidad y del matrimonio, que se exploran (en todos los sentidos) y se apoyan unas a otras; que eligen la rama sanitaria como salida laboral en unos tiempos confusos, donde pocos prevén la catástrofe inminente, pues la mayoría pretende aferrarse a la grandeza de la nación y estirar los felices años 20 todo lo posible.

La historia es tremenda, con múltiples detalles acerca del retrato social de la época, de las relaciones entre hombres y mujeres, de las continuas adaptaciones a los cambios que se van llevando a cabo. No obstante, no me gusta el estilo narrativo con que está escrita. La autora ha recurrido a una narración continua, sin guiones y sin tiempo entre los diálogos, que no distingue a los personajes. Además, entremezcla recuerdos y referencias de otros momentos de manera constante, con saltos en el tiempo hacia delante y hacia atrás. Entiendo que es una forma muy certera de representar esos años convulsos pero, aun así, me desagrada esa sensación de “carta del soldado” que no da tregua.


Esto es todo. En los próximos días, estaré en Madrid. Así que, a la vuelta, hablaré del Digital Audio Day 2019, entre otras cosas. ¡Gracias por pasarte a leer!


https://www.digitalaudioday.es/



2 comentarios:

Jose Manuel González dijo...

Desde luego, toda crónica de la Segunda Guerra Mundial es pura retahíla por definición: depresiva, gris y agónica. Además de a Alicia Pérez, le daremos una oportunidad a Julia Franck.

Erika Cipré dijo...

Me alegro de que siempre escojas algo de mi lista de lecturas. :)