La primera vez en mi
vida que no celebré el Día del Libro en la calle. Podría ser el título de una
redacción escolar, o las batallitas de una abuela escritora a sus nietos. Sin
embargo, en realidad no es más que un desafío para desatar la imaginación.
Desde que comenzó la
reclusión, hemos visto todo tipo de propuestas por las redes sociales. Editoriales
y autores que han puesto parte de su catálogo digital para descarga gratuita,
sorteos semanales de libros físicos o digitales, presentaciones, entrevistas y
recitales online... Todo es válido para no aburrirse en casa y para promocionar
la cultura.
A ello hay que sumar infinidad
de propuestas llevadas a cabo por las bibliotecas y los clubes de lectura, tales
como el #QuédateEnCasaYLee y el concurso de fotografía del Club de Lectura Feminista y LGTBI de Granada «Lees
Otras Cosas». ¡Date prisa y participa!
Estes es el reto de la Biblioteca Pública Municipal
de Cúllar Vega:
Y aquí las actividades previstas por la Biblioteca de
Santa Fe:
Por mi parte, procuro
participar en unas y otras actividades siempre que puedo, aunque mi
prioridad durante el encierro es adelantar la escritura debido a que,
precisamente por los eventos que nunca me faltan, tenía algo encasquillada.
A primeros de mes
participé en el 14º Café con Letras de Armilla, edición #protocolofantasma y hoy
quiero compartirte el poema con el que fui ganadora.
Carta de la abuelita
Recuerdo qué
tiempos aquellos
en los que hube
de fingirme enferma
para que te
dejaran visitarme.
Buscaba en ti
compañía,
distracción,
cariño, empatía.
Fueron años muy
dulces
–mas nunca
bellos–,
porque nada
sucedía
parapetada en mi
noche eterna
que pretendía, a
cada aurora, derrotarme.
Eras muy joven
para entender
que la gente
tiene dos caras;
que mientras una
sonríe,
de cara a la
galería,
la otra sufre y
se lamenta,
acusada de
brujería.
¡Ay, Caperucita!
Perdón,
Cresta Roja –no
me acostumbro
a tu nombre de
guerra–.
¡Cómo contarte
lo que me aterra!
No sé ni por
dónde empezar...
En lo que a mí
concierne,
sé que lo he
hecho todo mal.
La culpa fue de
tu abuelo
Quien, a golpes,
me exigía
dedicación,
esclavitud, sumisión.
Y si no le complacía,
por muerta me
podía dar.
Mírame bien,
Cresta Roja.
Cuántas veces
preguntaste
«abuelita, ¿por
qué eres coja?».
Y yo te
inventaba cuentos
como si
inventase otra vida
–una un poco
menos podrida–
en la que poder
dejar
a todos mis
monstruos contentos.
Nunca supe
reaccionar.
En mi niñez no
fue válido
protestar si
algo no gustaba.
Era mejor
suspirar
y dedicarse a
los rezos
–murmullo tenue,
consuelo cálido–
hasta que algo
pasaba.
¡Y no veas lo
que pasó!
Me gané el
desprecio, a pulso,
de mi madre y
mis vecinas;
de todas
aquellas mujeres
que de nada se
quejaban
–en voz alta,
por lo menos–.
Todas igual de
cretinas
que yo. Mi poca
luz se apagó.
Cada cual tenía
su teoría
de por qué mi
propia flaqueza
en víctima me
convirtió,
sin atender si
dolía
cada golpe, cada
acusación.
Quería aparentar
entereza
mientras
brindaba a cada cual su maldición.
Pero en
silencio, mi niña,
siempre en
silencio. Que la voz,
al nacer, me
abandonó.
A partir de aquel momento
hice ver que no
temía;
que no me
asustaba nada,
porque casi
agonizaba.
Para mí acabó el
tormento
–y me avergüenza
decirlo
pero, no, no lo
lamento–
cuando tu madre
empezó a crecer.
Era más
apetecible
corregir su
conducta errada;
observar cómo se
apañaba
cuando tu abuelo
del cabello la arrastraba.
Total, qué le
iba yo a hacer
si, aunque
quisiera correr, no podía.
Toda una vida
fingida,
Cresta Roja de
mi amor.
Entera
desperdiciada,
por no buscar
ayuda en la manada.
¿Y sabes qué es
lo peor?
Que el lobo malo
sigue atento;
aún caza ovejas
a cientos.
Ahora, mi niña
querida,
a ti pretende
educarte.
En ti ha puesto
ya sus ojos
pues, de
nosotras, ¿qué queda,
más que almas
rotas, despojos,
de entrañas
desprendidas
y de encías
desdentadas?
Huye o lucha
mientras puedas.
Yo más no puedo
ayudarte.
Y, por cortesía de Poesía
para tu Día, he participado en El Verso Cítrico y manta, la edición #yomequedoencasa de El Verso Cítrico, con un vídeo de 15 minutos en el que presento mi poemario ilustrado «Sintomatología de la
perdición» (Ediciones Algorfa, 2019)y recito algunos de los poemas más representativos. Te dejo el cartel promocional del evento online:
Imagen tomada durante la grabación del recital.
Esto es todo. ¡Gracias por pasarte a leer! Espero que no te falten libros para esta cuarenta ni que te falle la conexión a internet y disfruta de la apabullante oferta cultural. ¡Salud!