Bueno,
bueno... Parece que, tras un ajetreado julio y un convulso agosto, aún me
quedan los primeros días de septiembre para intentar engañar al cerebro con la
idea de que estoy de vacaciones. Sea como sea, a pesar de mis muy abundantes y
variadas movidas, he conseguido rascar algunos ratitos para leer:
1.- «Tantrum»,
revista de relatos extraordinarios #1 y #2. Editado por Impresiones Privadas.
Ilustraciones de Cristòfol Pons.
Me
he tirado más de un año detrás de conseguir los ejemplares físicos de esta
revista. De hecho los encargué el verano pasado en la librería Gigamesh... Y
los recogí el mes pasado. Así que me hicieron el trayecto en ferry
Ibiza–Barcelona la mar de amena.
La
iniciativa me encantó desde el primer momento. Una revista cuatrimestral con
tres relatos ilustrados y, de ahí en adelante, entrevistas y firmas invitadas.
Un precio asequible, un diseño llamativo y un juego de mesa en la
contraportada.
Ya
había leído algo de Santiago Eximeno, pero desconocía la obra de Tomás Rivera y
de Sam G. C. –el resto del consejo editorial–, de modo que me apetecía indagar
en sus páginas. El sabor de boca es agradable, sin duda. Y me consta que, a
cada nuevo número, se van incluyendo nuevos extras en la revista. Me
he hecho una idea del estilo de cada autor y, pese a que me gusta variar las
lecturas, lo cierto es que me quedo con ganas de más.
2.- Preventorio, de Carlos Semper
Revuelta. Ilustrado por Cecilia G. F.
Este
libro ha sido un regalo que mi hijo ha recibido. Primero lo leyó él y, aunque
se angustió mucho en algunos pasajes, me lo recomendó. Está claro que leer esto
a los trece debe dar un poco de susto...
A
mi edad, no tanto. La historia está bien construida a nivel argumental y la
edición de Dilatando Mentes entra muy bien por el ojo, con muchos detalles
visuales y bastantes extras que aportan un valor añadido. No obstante, me
resulta chocante que un libro tan trabajado por parte de la editorial, contenga
tantos errores de puntuación y, además, tantas incongruencias en los tiempos
verbales. Me explico: El autor alterna dos líneas temporales narradas en pasado
pero, cuando la acción se pone candente, pierde el control y acaba relatando
las escenas en presente. Entiendo que esas cosas suceden antes de una revisión
profesional del manuscrito. Nunca después. La sensación, tras haber tenido
durante días en las manos un libro tan cuidado por fuera, es agridulce.
3.- El corazón de la gacela, de
Mari Luz Escribano.
Este
libro ha sido la lectura poética conjunta del mes por parte del Club de Lectura
Feminista y LGTBI “Lees Otras Cosas”, que organiza eventos estivales en el
Camino del Avellano.
Escribano
era una desconocida para mí y, con unos pocos versos, ha logrado meter su
angustia de infancia perdida en mí, igual que lo hiciera Miguel Hernández
cuando lo leía de pequeña. Directa y descriptiva, tira de sus recuerdos con
naturalidad y crudeza. Me he hecho el propósito de conseguir su Sopas de ajo, texto autobiográfico, para
conocer su entorno y su vida más en profundidad.
4.- «Magistral
Sinfonía». Contiene los cuentos Las aves
cantoras, de Josefina Arias y El
gorrión y el canario, de Encarna Urbano. Ilustraciones de José Sánchez
Moyano.
Lo
conseguí en Marbella, de la mano de la misma Josefina, en la presentación de Las 23 Hojas del Mar. Me llamó la
atención el estilo de las ilustraciones, que resultan muy vistosas y bien
compuestas. De hecho, mi hijo –que tiene fijación por los pollos– se tiró a él
de cabeza. Acostumbrado a meterse auténticos tochos, este librito le debió resultar
un jugoso pasatiempo.
El gorrión y el canario
me ha sorprendido por su moraleja. Es una historia muy sencilla que, a la vez,
encierra múltiples lecturas.
5.- «Historias que
no envejecen», de Mónica García Rodríguez.
Este
es el cuarto libro que leo ya de Mónica. Lo adquirí cuando vino a Santa Fe a
presentarlo y lo tenía a la espera del momento ideal. Conforme más la conozco a
través de sus páginas, más me percato de su necesidad de contar historias; de
retratar la realidad desde diversos puntos de vista y de dar prioridad a los detalles
que suelen pasar desapercibidos.
Retorcida,
guasona, ocurrente, perspicaz, sensible, aguda y, ante todo, observadora,
Mónica tiene razón cuando afirma que, de las 65 historias que conforman su
antología de textos, seguramente haya una que te toque la fibra sensible o te
resuene de alguna manera. A mí, Silencios
de biblioteca me ha hecho sonreír, de lo mucho que me recuerda mi manera de
analizar las cosas.
Y
esto ha sido todo. ¡Gracias por pasarte a leer! Nos vemos el 25 de septiembre
en el Camino del Avellano. Presentaré un trabajo poético y visual del que
todavía no puedo hablar. Seguiré informando…