viernes, 30 de agosto de 2019

Libros leídos en agosto



Bueno, bueno... Parece que, tras un ajetreado julio y un convulso agosto, aún me quedan los primeros días de septiembre para intentar engañar al cerebro con la idea de que estoy de vacaciones. Sea como sea, a pesar de mis muy abundantes y variadas movidas, he conseguido rascar algunos ratitos para leer:


1.- «Tantrum», revista de relatos extraordinarios #1 y #2. Editado por Impresiones Privadas. Ilustraciones de Cristòfol Pons.

Me he tirado más de un año detrás de conseguir los ejemplares físicos de esta revista. De hecho los encargué el verano pasado en la librería Gigamesh... Y los recogí el mes pasado. Así que me hicieron el trayecto en ferry Ibiza–Barcelona la mar de amena.

La iniciativa me encantó desde el primer momento. Una revista cuatrimestral con tres relatos ilustrados y, de ahí en adelante, entrevistas y firmas invitadas. Un precio asequible, un diseño llamativo y un juego de mesa en la contraportada.


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Ya había leído algo de Santiago Eximeno, pero desconocía la obra de Tomás Rivera y de Sam G. C. –el resto del consejo editorial–, de modo que me apetecía indagar en sus páginas. El sabor de boca es agradable, sin duda. Y me consta que, a cada nuevo número, se van incluyendo nuevos extras en la revista. Me he hecho una idea del estilo de cada autor y, pese a que me gusta variar las lecturas, lo cierto es que me quedo con ganas de más.



2.- Preventorio, de Carlos Semper Revuelta. Ilustrado por Cecilia G. F.

Este libro ha sido un regalo que mi hijo ha recibido. Primero lo leyó él y, aunque se angustió mucho en algunos pasajes, me lo recomendó. Está claro que leer esto a los trece debe dar un poco de susto...


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A mi edad, no tanto. La historia está bien construida a nivel argumental y la edición de Dilatando Mentes entra muy bien por el ojo, con muchos detalles visuales y bastantes extras que aportan un valor añadido. No obstante, me resulta chocante que un libro tan trabajado por parte de la editorial, contenga tantos errores de puntuación y, además, tantas incongruencias en los tiempos verbales. Me explico: El autor alterna dos líneas temporales narradas en pasado pero, cuando la acción se pone candente, pierde el control y acaba relatando las escenas en presente. Entiendo que esas cosas suceden antes de una revisión profesional del manuscrito. Nunca después. La sensación, tras haber tenido durante días en las manos un libro tan cuidado por fuera, es agridulce.



3.- El corazón de la gacela, de Mari Luz Escribano.

Este libro ha sido la lectura poética conjunta del mes por parte del Club de Lectura Feminista y LGTBI “Lees Otras Cosas”, que organiza eventos estivales en el Camino del Avellano.




Escribano era una desconocida para mí y, con unos pocos versos, ha logrado meter su angustia de infancia perdida en mí, igual que lo hiciera Miguel Hernández cuando lo leía de pequeña. Directa y descriptiva, tira de sus recuerdos con naturalidad y crudeza. Me he hecho el propósito de conseguir su Sopas de ajo, texto autobiográfico, para conocer su entorno y su vida más en profundidad.


4.- «Magistral Sinfonía». Contiene los cuentos Las aves cantoras, de Josefina Arias y El gorrión y el canario, de Encarna Urbano. Ilustraciones de José Sánchez Moyano.

Lo conseguí en Marbella, de la mano de la misma Josefina, en la presentación de Las 23 Hojas del Mar. Me llamó la atención el estilo de las ilustraciones, que resultan muy vistosas y bien compuestas. De hecho, mi hijo –que tiene fijación por los pollos– se tiró a él de cabeza. Acostumbrado a meterse auténticos tochos, este librito le debió resultar un jugoso pasatiempo.




El gorrión y el canario me ha sorprendido por su moraleja. Es una historia muy sencilla que, a la vez, encierra múltiples lecturas.


5.- «Historias que no envejecen», de Mónica García Rodríguez.

Este es el cuarto libro que leo ya de Mónica. Lo adquirí cuando vino a Santa Fe a presentarlo y lo tenía a la espera del momento ideal. Conforme más la conozco a través de sus páginas, más me percato de su necesidad de contar historias; de retratar la realidad desde diversos puntos de vista y de dar prioridad a los detalles que suelen pasar desapercibidos.


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Retorcida, guasona, ocurrente, perspicaz, sensible, aguda y, ante todo, observadora, Mónica tiene razón cuando afirma que, de las 65 historias que conforman su antología de textos, seguramente haya una que te toque la fibra sensible o te resuene de alguna manera. A mí, Silencios de biblioteca me ha hecho sonreír, de lo mucho que me recuerda mi manera de analizar las cosas.



Y esto ha sido todo. ¡Gracias por pasarte a leer! Nos vemos el 25 de septiembre en el Camino del Avellano. Presentaré un trabajo poético y visual del que todavía no puedo hablar. Seguiré informando…



2 comentarios:

Jose Manuel González dijo...

He leido Preventorio...y ciertamente el guión parece pensado para otro tipo de medio: estructurado como el de un videojuego de terror y exploración, o tal vez el de un librojuego, tan en boga últimamente. Me da la sensación de que ha acabado reciclado como novela juvenil.

Erika Cipré dijo...

Sí, la sensación es un poco ambigua. A mí me choca enterarme, al final, de que los protagonistas ya han cumplido los 30, puesto que tienen algunos comportamientos típicos de adolescentes.